La religión católica define la Oración como el método que tenemos para hablar a Dios de
hijo a padre, y especialmente para contarle nuestros deseos y para que nos dé lo que queremos,
pero yo difiero un poco de eso.
Para empezar, con la Oración tradicional las personas buscan, por
definición, a Dios fuera de sí mismas, en el exterior, cuando el camino más corto es hablarle al
Dios que tenemos dentro, al Espíritu.
El segundo error es creer que tenemos que hablarle a
Dios incluso cuando representa una entidad que nosotros sentimos muy lejana emocionalmente
hablando, cuando podemos hablar a aquello que nos dé más confianza; muchos reikistas no
creen en Dios, pero creen en la energía, y pueden orarle a ella; los budistas no oran a Dios, si no
a los Budas que hay y que han habido; lo importante no es exactamente a quién dirigimos
nuestras palabras, sino que nuestro Espíritu las reciba sensorialmente.
Un último error frecuente es confundir Oración con Petición. Orar no significa pedir, ni
tampoco significa que hay que decirle a Dios lo que debe hacer.
Dios ya sabe lo que tiene que
hacer y lo hará aunque no sea lo que nosotros queramos.
Orar es la acción de crear una
oración, es decir, construir una frase, lo que significa que consiste en hablar. Lo otro bien
podría ser una Negociación o Dominación que hacemos cuando creemos orar y en realidad viene
del Ego.
Eso no significa que se nos prohíba pedir, al contrario, sólo que pedir es pedir, y orar es
orar, y ambas cosas son distintas.
Con respecto al Pedir, a menudo hay que hacerlo, pero tiene
que salir del Alma y de nuestro compromiso a cambiar y evolucionar, sino no funcionará.
Orar es mucho más simple que todo eso, aunque su sencilla mecánica cueste más
implementarla que la Meditación.
Orar sí que es hablar, pero no discursivamente en nuestra
Mente.
La Oración es una comunicación con el Espíritu que tiene doble sentido, así que por un
lado nosotros emitiremos y por el otro estaremos receptivos.
Para Orar sugiero buscar una postura cómoda, sin importar siquiera si estamos tumbados,
aunque sí recomiendo el uso de gestos que impliquen juntar las manos igual que en la
Meditación.
Después de ponernos cómodos empezamos la primera parte, la de hablar. Hay que
tener muy claro a qué o quién le estamos hablando (no importa Dios, santos, budas, energía...)
para no sentirnos perdidos ni abandonados, y dirigir esas palabras hacia dentro, hacia nuestro
cuerpo, hacia el interior, como si ahí hubiera un jarrón con flores que se alimentan del agua de
nuestras palabras.
Esta es una relación de total confianza, estamos hablando con alguien que
siempre escucha, que no nos traiciona, que no nos juzga, que nos comprende, que es incluso más
fiable que nosotros mismos quienes solemos autosabotearnos en muchas ocasiones. Dejaremos
caer a este Ser todos nuestros sentimientos y pensamientos, le contaremos todo lo que nos pasa,
nuestros miedos, nuestros anhelos... todo, como si hiciéramos un diario personal; por cierto, que
hacer un Diario es también una buena forma de orar, no siempre se trata de rezar sin hacer nada,
se puede orar incluso pintando, siempre y cuando esas formas de expresión sirvan de
comunicación con el Espíritu. A medida que contamos cosas también podemos formular
preguntas, aunque no vayamos a obtener respuestas inmediatas.
El simple hecho de poner en
palabras todo lo que nos incumbe está moviendo energía en la dirección adecuada.
Y aquí es donde viene la segunda parte: estar en Silencio . Cuando acabemos de expresarnos,
llega el momento de dejar que hable el Espíritu y nosotros escuchemos. Eso se consigue
simplemente estando y siendo.
En la Meditación se practica atención y hay que atender incluso a los sonidos que nos envuelven, incluso nos podemos poner música relajante y oírla; en la
Oración es mejor evitar el máximo posible de sonidos, a menos que decidamos orar cantando lo
cual es perfectamente posible.
Por supuesto, no vamos a oír nada con los oídos físicamente, sino
que sentiremos vibración. Si atendemos bien veremos que a nuestro Corazón le suceden muchas
cosas y que vibra con propiedad, como hablando.
Así como la Meditación es mental, la Oración
es más emocional y sensitiva, aunque si estamos muy preparados tal vez algún día escuchemos
eso mismo traducido en palabras.
El Corazón traduce lo que dice el Espíritu, y una Mente limpia
puede traducir lo que dice el Corazón.
Aunque lo que voy a decir ahora puede sonar escandaloso,
Orar es la forma más pura de Canalización que hay, porque hacemos de puente directo entre
Dios y el mundo físico, sin otros seres por medio haciendo de mediadores. En el nivel Reiki II dije que
somos canales porque somos puentes entre distintos planos, y con la Oración cobra mucho más
sentido.
Hay que decir que con el tiempo, al igual que dejaremos de usar símbolos y técnicas
Reiki, dejaremos también de canalizar otros seres para llegar a ser un canal más perfecto a través
del cual hablará Dios directamente mediante el Espíritu, y de hecho seremos Uno con Él, como
hacía Jesús mi amado Maestro
.
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